“No tienes que estar tomando un té en el parque”: la poesía al giro del microondas
- uatxfiloletras
- 5 may
- 2 Min. de lectura
Ángeles Polvo / Filoletras
“La idea del microondas es que puedas leer tu texto, que puedas leer el libro mientras te preparas una sopa instantánea, mientras está al giro. No es necesario estar tomando un té en el parque”, dice Enrique Zempoalteca Chávez con una sonrisa sincera. Su poesía no exige solemnidad: exige atención.

Egresado de la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, Enrique reconoce que la carrera brinda herramientas valiosas para escribir, aunque muchas veces el camino más común es la docencia. Otros, como él, encuentran rutas en la comunicación o en la creación literaria.
La pandemia interrumpió el cierre de su formación universitaria. “Fue tajante porque nadie la esperaba”, recuerda. En ese extraño paréntesis entre enero y marzo de 2020, todo cambió: los salones se cerraron, las clases migraron a lo virtual y los trámites de titulación se volvieron un rompecabezas. Aun así, Enrique y sus compañeros se adaptaron, como con una sopa mal disuelta: no perfecta, pero tragable.
Desde la preparatoria, Enrique sabía que quería escribir. Participó en talleres del Instituto Tlaxcalteca de la Cultura y, al llegar a la universidad, dio continuidad a ese impulso creativo. En medio del encierro, cuando el mundo se redujo a pantallas y habitaciones, surgió la convocatoria del Premio Estatal de Poesía Beatriz "Dolores Castro". Enrique ya tenía textos guardados, como fideos secos esperando agua caliente. Con ayuda de talleres virtuales —tomo uno con Humberto Chávez en Facebook— los fue puliendo.
Así nació Luz de microondas, un conjunto de poemas que juega con la ironía, lo cotidiano y la literatura formal.
“Quise hacer algo que se pudiera disfrutar aunque no tuviera sentido aparente, que fuera diferente”, explica.

Muchos lectores, sobre todo en presentaciones abiertas, dicen no entender sus poemas. “La gente cree que la poesía es aburrida, pero yo la quiero llevar a un terreno más divertido, más accesible.”
Para Enrique, los talleres han sido clave. “Te curten”, afirma. “Si no estás dispuesto a realizar una autocrítica de tu texto o a mostrarlo, el texto se queda pausado.” Y lanza una reflexión evocando a José Emilio Pacheco: “No siempre eres la misma persona cuando escribiste un texto que cuando ya tienes el libro en las manos.”
Quizá por eso, sus poemas no buscan respuestas, sino sensaciones. Como esa luz tibia que parpadea dentro del microondas mientras la sopa gira: breve, cotidiana, impredecible. Justo antes de que suene el bip.
Comentarios