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La vida después de la restauración: Un compromiso vital en Tlaxcala

  • uatxfiloletras
  • 31 mar
  • 3 Min. de lectura

Arisbeth Reyes/Filoletras


En el marco de los esfuerzos por preservar el patrimonio cultural, el equipo de restauración del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) continúa desarrollando importantes proyectos en la región, destacando la restauración de dos significativos bienes históricos: un sagrario viajero y una escultura policromada del Divino Redentor, ambas provenientes de la sacristía del templo de San Lucas Tlacochcalco.

El primer proyecto consiste en un sagrario viajero, un objeto de gran relevancia histórica que se utilizaba para resguardar la hostia durante misas fuera de los templos. La pieza, elaborada en madera de cedro, refleja las prácticas litúrgicas de antaño, cuando se celebraban misas en diferentes lugares de la comunidad. La restauración busca devolver a este objeto su esplendor original y asegurarse de que se conserve como un testimonio de la historia religiosa local.

Por otro lado, el Divino Redentor, también de madera de cedro, es una escultura policromada que representa a Jesús resucitado. Esta pieza, al igual que el sagrario, está siendo sometida a un proceso cuidadoso de limpieza superficial y resanado. Los restauradores del INAH, Alatiel de la Mora y Jazziel Lumbreras, destacan que cada intervención en estos objetos es precedida de una exhaustiva investigación, donde se trabaja de manera interdisciplinaria, involucrando a historiadores, antropólogos y arquitectos para una restauración adecuada y contextualizada.

Sin embargo, la labor de restauración enfrenta desafíos complejos. Alatiel de la Mora y Jazziel Lumbreras enfatizan la necesidad de crear conciencia sobre la importancia de preservar los bienes culturales, que son patrimonio histórico protegido por la ley. A menudo, los propietarios de estos bienes se ven tentados a recurrir a personas sin la formación adecuada, lo que puede comprometer la integridad de los objetos. “Invitaría a todos a conocer más sobre la restauración y la conservación, ya que hay profesionales que se dedican a cuidar el patrimonio y asegurarlo para el futuro”, agregaron.

La restauración no solo se limita a la intervención física en los objetos, sino que también incluye una dimensión social significativa. El equipo brinda asesoría a las comunidades en la gestión y conservación de su patrimonio cultural. “La restauración es un trabajo multidisciplinario en el que colaboramos con diversas especialidades”, comentó Alatiel de la Mora, enfatizando la importancia de un enfoque integral.

Las piezas seleccionadas para restauración son especialmente valiosas para la comunidad, ya que su valor histórico y artístico habla de la evolución cultural desde finales del siglo XVIII y principios del XIX. Aunque se ha decidido no volver a cultos las piezas restauradas, su preservación es un paso esencial para mantener viva la memoria cultural de la comunidad.

“El acceso a lugares olvidados, como campanarios o sitios históricos, y el descubrimiento de objetos que no se habían visto en años es increíblemente enriquecedor”, compartió Alatiel de la Mora, “Pero lo que más disfruto es conocer a las personas y escuchar sus historias. Es un viaje cultural constante”.

Las restauradoras destacan que, desde antes de terminar sus estudios, comienzan a trabajar en el campo de la restauración. Esa experiencia temprana les permite adentrarse en una carrera que no solo se centra en el manejo de los objetos, sino también en la interacción con las personas. Esta diversidad es uno de los aspectos más gratificantes de su trabajo, ya que les permite aprender sobre la historia local y conectar con diferentes perspectivas.

Un punto crítico que mencionaron es la falta de restauradores originarios de Tlaxcala. La mayoría de los profesionales llegan de otros estados, lo que puede alejarse de la visión cultural local que es fundamental para abordar el patrimonio. “Entender el contexto es clave para una restauración efectiva”, señalaron. “Las imágenes religiosas, por ejemplo, a menudo tienen que ser llevadas en procesión, y esa dinámica debe ser considerada en su conservación”.

Uno de los retos más desgastantes para el equipo es la problemática social en torno a los bienes culturales. Existe una desconfianza en algunas comunidades, a menudo debido a robos de arte sacro que han ocurrido en la región. “Hemos visto cómo una mala comunicación puede llevar a reacciones negativas de la gente. Tropezarse con un pueblo reunido por dudas o preocupaciones sobre el trabajo que estamos realizando puede ser intimidante”, apuntó Jazziel Lumbreras.

A través de esfuerzos como estos, el INAH reafirma su compromiso con la conservación del patrimonio cultural y la historia de México, esperan no solo conservar el patrimonio cultural, sino también establecer un diálogo con las comunidades que permita una mayor comprensión y aprecio por su historia.


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