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La música no ha muerto: reflexiones de una melómana

  • uatxfiloletras
  • 24 abr
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 1 may

América Leyva/Filoletras


En una actualidad en que los corridos tumbados están siendo prohibidos y excluidos de los carteles de los festivales más importantes, y sus adeptos destruyen palenques por no poder escucharlos, otros artistas ponen el alma en música que pocos van a escuchar.


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En 2019, Djo, también conocido como Joe Keery, es un músico y actor, reconocido por interpretar a Steve Harrington en Stranger Things, hizo su debut con el infravalorado álbum Twenty Twenty, que está inundado de influencias del rock psicodélico de los 60’s y posee letras que recuerdan a las viejas canciones de los 70’s que nuestros padres escucharon en su infancia. Un álbum que definió la personalidad de un artista calificado como “alternativo” y que pocos escucharon.


2022 fue el año en que lanzó el segundo álbum de su carrera, DECIDE, que para sus fanáticos y los críticos fue un buen disco, esta vez repleto de sonidos producto del típico sintetizador ochentero que alguna vez Michael Jackson incluyó en todas sus canciones, solo que en el álbum de Djo es la columna vertebral que sostiene el intenso mensaje de temas como “Figure You Out” o, la canción que dos años más tarde se convirtió en fenómeno viral de Tik Tok, “End Of Begginning”.


Es así que, hace solo unas semanas, llegó finalmente su último proyecto, The Crux. Este álbum, a diferencia de los primeros, generó grandes expectativas entre los nuevos seguidores que obtuvo con su viralidad en Tik Tok.


Desde sus primeros sencillos prometió ser una fusión de sus dos discos anteriores, pues la mezcla de sonidos e influencias musicales está ampliamente presente y se percibe desde los primeros segundos de “Lonesome is a state of mind”. Joe Keery nos acerca un poco más a su visión de la vida, sus relaciones, vida familiar y al crecimiento personal que ha vivido desde que dio el gran golpe con Stranger Things.


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El concepto central del álbum pretende evocar "un hotel que alberga a huéspedes que, de una u otra manera, se encuentran en una encrucijada en su vida”. Justo eso es lo que este disco te hace sentir, como si ingresarás a un refugio en donde todo y nada está bien, un espacio donde todos son bienvenidos a sentir y vivir el proceso que estén atravesando. Al menos eso es lo que yo pude experimentar.


Este es uno de esos proyectos musicales que ofrecen más que sonidos pegajosos y repetitivos, más que coros hipercalculados para enganchar, más que grandes producciones para mejorar la voz, más que letras huecas y comerciales. Sobre los primeros pasos en la realización de The Crux, Joe comentó:

“Había pasado tanto tiempo desde que usé la guitarra acústica como base. Eso se reflejará en la música. No es un gran álbum acústico, pero comienza con esos cimientos.”

Keery en esta ocasión hizo algo que probablemente ya se ha perdido dado a las múltiples herramientas de producción que poseen las discográficas, volvió a lo clásico, lo que hace la música algo único y sensorial.


En opinión de esta humilde melómana, la autenticidad y la virtud de The Crux reside en esas diferencias que podrían parecer mínimas: instrumentos auténticos, letras salidas del corazón, vocales naturales y emotivas. Un punto de inflexión entre lo que hoy en día vende más, una muestra de lo que hace un artista, una prueba de que la verdadera música no ha muerto.

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