La Biblioteca: un eco en las primarias
- uatxfiloletras
- 5 may
- 2 Min. de lectura
Rosa Ramos / Filoletras
En un rincón olvidado de cada escuela primaria, se encuentran las bibliotecas, esos templos del conocimiento que, paradójicamente, parecen no tener lugar en la vida diaria de los alumnos. En un mundo donde la tecnología brilla con luz propia, el acto de leer se ha convertido en una tarea casi invisible. ¿Por qué, entonces, seguimos ignorando estos espacios que prometen abrir puertas a mundos infinitos?
Las estadísticas son claras: la mayoría de los estudiantes de primaria no muestra interés por la lectura. Las horas que podrían dedicarse a explorar cuentos, aventuras y conocimientos se esfuman en pantallas brillantes. Y al preguntar a los niños sobre sus libros favoritos, las respuestas son escasas y tímidas. La magia de un buen libro parece haber sido reemplazada por la inmediatez del contenido digital.
Pero este fenómeno no solo se limita al hogar. Las bibliotecas escolares, que deberían ser refugios para jóvenes lectores, permanecen cerradas o desiertas. Los alumnos pasan frente a sus puertas sin saber lo que se pierden dentro. La falta de horarios accesibles y personal capacitado convierte estos espacios en meras estanterías de polvo. La situación es aún más alarmante cuando recordamos que estas bibliotecas podrían ser el lugar perfecto para cultivar el amor por la lectura.
Los educadores y padres deben asumir un papel activo en esta crisis silenciosa. Fomentar actividades que involucren a los niños con los libros es crucial: clubes de lectura, narraciones interactivas o visitas de autores pueden ser el empujón que necesitan. Las bibliotecas deben abrir sus puertas no solo durante horarios escolares limitados, sino también en momentos clave donde los estudiantes puedan explorar sin prisa.
La transformación comienza con pequeñas acciones. Si logramos encender la curiosidad de un solo niño hacia un libro, habremos dado un gran paso hacia un futuro donde las bibliotecas recuperen su esplendor y la lectura vuelva a ser un placer compartido. Es tiempo de abrir las bibliotecas y darles vida nuevamente. El futuro lector podría estar esperando detrás de una puerta cerrada, ansioso por descubrir lo que hay más allá de su tablet. La tarea recae en nosotros: maestros, padres y alumnos deben trabajar juntos para revivir el amor por la lectura.

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