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Entre libros, risas y turnos: la doble jornada entre estudiar y trabajar

  • uatxfiloletras
  • 5 may
  • 3 Min. de lectura

Crónica

Alison Flores/Filoletras


Ser estudiante y trabajar en los espacios libres representa una gran responsabilidad y un profundo compromiso personal. Aunque puede resultar agotador, la satisfacción que se obtiene es inmensa, pues demuestra que somos capaces de salir adelante a pesar de las obligaciones que se presenten en nuestro camino. Esta crónica busca reflejar tanto el esfuerzo como el placer de trabajar y estudiar, demostrando que no todo es dificultad: también hay aprendizaje, crecimiento, así como valiosas lecciones en cada experiencia, mostrando que cada reto forma parte de la vida, contribuyendo a forjar la persona que aspiramos ser.


Terminó la semana; es sábado otra vez. Me levanto media hora más tarde de lo habitual, los fines de semana me permito levantarme más tarde que en los otros días. Me arreglo, escombro mi cuarto, bajo las escaleras corriendo a desayunar y salgo corriendo a tomar el trasporte para llegar a tiempo a mi trabajo.

Como es de esperar, la combi tarda en pasar, el reloj marca que faltan diez minutos para las diez de la mañana y pienso: llegaré tarde, pero no, afortunadamente llego a las 10 en punto. Mientras espero a que mi jefa llegue, veo a mi amiga Ale que también va llegando. Una de las cosas que me gusta de mi trabajo es que puedo ver a mi amiga, olvidando por un rato las tareas por entregar, la tesis, la ponencia, las prácticas profesionales y el que estoy a punto de graduarme.


Ale es una chica increíble, divertida, y alegre; siempre podemos quejarnos de los malos clientes, esos con los que tienes que tener el doble de paciencia porque no pueden decidir que llevarse, son groseros o simplemente te dejan con la palabra en la boca. La veo acercarse con su calma natural y me saluda con la mano mientras me dice: “¿Tú qué onda?” como es costumbre le respondo que estoy bien, y me pone al día sobre lo que ha pasado en la semana y yo le platico sobre las cosas que me pasan en la escuela. En eso llega nuestra jefa, nuestra otra compañera y abrimos el negocio. Cabe recalcar que los sábados son los días donde hay más movimiento, entonces tenemos que abrir más rápido que los otros días, porque la gente se junta y no nos damos abasto.


Los clientes llegan y entre nosotras atendemos a las personas que llegan, como dije en un principio, algunos de ellos son groseros y te enseñan que la tolerancia y la paciencia son una gran virtud. A menudo me toca atender a personas así, y ese sábado fue uno de esos: la señora llegó pidiendo un pantalón para niña, al no agradarle ningún modelo me dijo: -¿En serio sólo tienes esos? ¿me lo juras? no, seguramente tienes más y no me los quieres enseñar, ¿Dónde está la encargada? Termine por enseñarle todos los modelos de pantalones, entonces solo queda tener paciencia, incluso dar contestaciones fuertes si la situación lo requiere.


Aun después de ese momento bochornoso, entre risas con Ale y haciendo pedidos de la mercancía faltante fue un buen día, porque al final puede respirar de la presión constante de la escuela pasando un buen momento con mi amiga. Como cada fin de semana, aprendo a relacionarme un poco más con las personas, mientras pierdo la timidez que en algunas ocasiones puedo tener. Si algo he aprendido combinando el trabajo con la decisión de retomar mis estudios, es el verdadero significado de la responsabilidad, pues no solo se trata de cumplir horarios o entregar tareas a tiempo, también es asumir un compromiso cada paso que damos, incluso cuando el camino se vuelve cuesta arriba.



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