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El día que mordieron a la Cenicienta en Tlaxcala y en lugar de la zapatilla, dejó una serie de bofetadas

  • uatxfiloletras
  • 2 jun
  • 2 Min. de lectura

Ángel Vázquez | Filoletras


Es la tarde del sábado 29 de julio de 1995 en Santa Ana, Chiautempan. Todos los habitantes esperamos con ansias el baile de coronación de la reina de Santa Ana Chiautempan.

Como no puede ser de otra manera, hay espíritu de alegría entre los pobladores y para potenciar este sentimiento o para que algunos se quiten la pena de sacar sus mejores pasos, ponen a su disposición algunos tragos de alcohol.


En próximas fechas de este año 1995, se confirma que se llevarán a cabo las grabaciones de la película La Escondida, que dirigirá Roberto Gavaldón (y cuatro años más tarde estrenará su obra cinematográfica más renombrada: Macario). Noticia que a toda la gente llena de orgullo, ya que será una adaptación directa de nuestro querido escritor Miguel N. Lira. Pero más importante, podremos ver por estos lugares a la gran María Félix. Aunque para esto, todavía tendremos que esperar unos cuantos meses.


Sin embargo, esta tarde sabatina tan agradable nos honra la presencia de la gran Evangelina Elizondo, que ya había aparecido hace tres años en la pantalla grande junto a una gran figura de la comedia mexicana en el largometraje Las locuras de Tin-Tan (1952), claro sin olvidar que ella fue la primera actriz mexicana en dar su voz para el doblaje de la película animada Cenicienta, producida por Walt Disney y exportada por nuestro vecino del norte, el tío Sam.


En medio del ambiente festivo hay familias celebrando, parejas de novios disfrutando del espectáculo que implica ver a sus vecinos tratando de llevar un ritmo armónico en su baile (o lo que para ellos consideran un baile). Hay convivencia entre comadres y amigos, inclusive, llega gente de la vecina Tlaxcala centro.


El evento parecía transcurrir con total normalidad, salvo por la figura radiante y extraordinaria de Evangelina Elizondo, hasta podría decirse que parecía un día cualquiera. Pero en estos eventos por alguna extraña e incomprendida razón para nosotros, siempre debe acudir una persona mala copa, que destaca por sus imprudencias más que por sus intentos de ¨gracia¨. Mientras todos se disponían a disfrutar del momento para considerar un éxito rotundo el evento, todos fueron testigos de la llegada de Agustín Guerrero, un comerciante que había venido del centro de Tlaxcala. Más famoso por su afición a la bebida que por su capacidad (casi nula) de ejercer el comercio.


Todos los que estábamos presentes en el lugar, expectantes, observamos cómo el infame vecino Agustín Guerrero se acercó, ya con unas copas entre pecho y espalda, se envalentonó y se dio los ánimos suficientes para acercarse a la rutilante estrella de cine y radio para brindarle un abrazo sorpresivo, y de paso, ¡le dio un ligero mordisco en la mejilla!

Ante este desafortunado atrevimiento, Evangelina con una cara que irradiaba una mezcla de enojo e indignación, contestó con una serie de bofetadas, que más que bofetadas, parecían una serie de Uppercuts precisos y certeros al rostro del irrespetuoso.



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